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Nombre: Kurmia
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miércoles, enero 21, 2009

Virgen de Altagracia



Este día se conoce también como El Día de Nuestra Señora de Alta Gracia. Se celebra con procesiones hasta el templo de Nuestra Señora de la Altagracia en la ciudad de Higuey. Se realizan vigilias que duran toda la noche, llamadas velaciones y abundan los cantos y músicas de estilo africano. A esta Virgen se la considera la madre espiritual de la República Dominicana y se la venera en la Basílica de la ciudad.

La creencia dice que la Virgen se le apareció a algunos habitantes de la aldea y dejó un lienzo con su imagen junto a un naranjo. Varios milagros se dice que se han seguido al primero. Muchos feligreses realizan peregrinaciones y viajes desde todo el país, así como desde otras islas del Caribe para asistir a los servicios religiosos y dejar las ofrendas de oro y plata como prueba de los milagros.

La República Dominicana, donde comenzó la evangelización del Nuevo Mundo, se encuentra bajo la protección de la Virgen bajo dos títulos: Nuestra Señora de la Misericordia, la patrona principal, que era proclamada en 1616 durante el dominio colonial español, y la Virgen de Altagracia. Protectora de la Reina y de los dominicanos.

"Tatica de Higuey," como los nativos de Quisqueya se refieren a ella cariñosamente, tiene su historia y leyenda. Existen documentos históricos que prueban que en 1502, en la isla de Santo Domingo, la Santísima Virgen es honrada con el título de Nuestra Señora de la Altagracia, cuyo retrato habían traído de España los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, los primeros colonos europeos de la isla. Cuando los hermanos se trasladaron a la ciudad de Higuey, llevaron la imagen con ellos. Más tarde fue ofrecida a la iglesia parroquial para que todos pudieran venerarla. El primer santuario se terminó en 1572 y en 1971 se consagró la actual.

La historia popular cuenta que la hija de un rico comerciante le pidió en uno de sus viajes un retrato de Nuestra Señora de la Altagracia de Santo Domingo. El padre trató de conseguir el retrato para llevárselo, pero sin ningún éxito. Ni los clérigos ni los comerciantes nunca habían oído este nombre.

Antes de volver a Higuey, el comerciante decidió pasar la noche en una posada. Después de la cena, previendo la desilusión de su hija al verlo llegar con las manos vacías, describió a los presentes su infructuosa búsqueda. Mientras hablaba, pasó por el lugar un anciano con una larga barba. Inmediatamente sacó de su mochila una pintura enrollada y se lo dio al comerciante, diciendo: "Esto es lo que busca." Es la Virgen de Altagracia.

Le dieron alojamiento al anciano como agradecimiento, pero durante la madrugada desapareció sin dejar rastros. El comerciante colocó la imagen en su manto, pero una y otra vez desaparecía y volvía a aparecer fuera del manto. Finalmente decidió llevarla de regreso a la Iglesia

El retrato de Nuestra Señora de la Altagracia tiene 33 centímetros de ancho por 45 de alto. Los expertos señalan que se trata de una obra primitiva de la escuela española, pintada hacia el final del siglo XV o principios del siglo XVI. La pintura, que representa una escena de la Natividad, fue exitosamente restaurada en España en 1978 y se pueden apreciar su original belleza y el color. El rigor del tiempo, el humo de velas y el roce de las manos de los devotos habían alterado la superficie del retrato hasta tornarlo casi irreconocible.

La escena del nacimiento de Jesús está pintada sobre un paño fino. La Virgen, hermosa y serena, ocupa el centro del cuadro, que está buscando con ternura al niño que se encuentra casi desnudo en la paja del pesebre. Un manto azul salpicado con estrellas la envuelve y un blanco escapulario cierra por delante sus vestidos.

María de la Altagracia lleva los colores de la bandera dominicana, anticipando de esta manera la identidad nacional. Una radiante corona y 12 estrellas enmarcan su cabeza, que ahora tiene una corona sobre ella. El marco que encierra la pintura es probablemente el ejemplo más refinado del trabajo dominicano con oro. Esta maravilla de oro, piedras preciosas y esmalte es el trabajo de un artista desconocido del siglo XVIII. Posiblemente usó las joyas que los devotos de la Virgen con gratitud le ofrecían.

La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia tuvo el privilegio de ser coronada dos veces: el 15 de agosto de 1922, durante el pontificado de Pío XI y por el Papa Juan Pablo II, quien el 25 de enero de 1979, durante su visita a Santo Domingo, personalmente coronó la imagen con una tiara de plata bañada en oro, su regalo personal a la Virgen, la primera evangelizadora de las Américas.

Los dominicanos ven a la imagen como un ejemplo de la protección de Nuestra Señora hacia la isla y del crecimiento del cristianismo. La fiesta se caracteriza por los servicios, todas las vigilias de la noche y en muchas de las ciudades canto, baile y fiestas.

Fuente: Dominicanos.es


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